De la ociosidad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


En este momento acabo de iniciar un mes de descanso con relación a mi estudio de maestría. Cómo fueron cinco meses de intensa lectura, trabajos, tareas, foros e investigación; me dirigí a una librería a buscar algo diferente para leer. Me gusta entablar conversación con este tipo de vendedores de libros ya que muchas veces son filósofos o literatos. Me recomendó los ensayos completos de Michel de Montaigne. No dudé un instante solo hasta cuando me dijo el precio, pero pudo más mis ganas de conocer sobre este gran escritor.

Nació y murió en Francia, fue moralista del renacimiento, abogado de profesión, humanista, filósofo y escritor cuyo legado fue reconocido como el fundador del género literario del ensayo.

Varios de sus ensayos abordan de manera profunda y crítica la tendencia humana a vivir en un estado constante de anticipación del futuro, descuidando el presente y lamentando el pasado. En mi opinión, destaca un aspecto fundamental de la naturaleza humana que, aunque inherente, puede ser perjudicial si no se maneja adecuadamente.

Hace una crítica a quienes nos enseñan a apegarnos exclusivamente a los bienes presentes, argumentando que este enfoque limita nuestra capacidad de influir en el futuro, incluso más de lo que podemos influir en el pasado. Según mi perspectiva, esta observación es acertada, ya que refleja una dualidad en la naturaleza humana: por un lado, la inclinación natural hacia la anticipación y, por otro, la necesidad de vivir el presente.

Entonces, sugiere que el temor, el deseo y la esperanza nos empujan hacia el futuro, despojándonos del sentimiento y la consideración de lo que es para ocuparnos con lo que será. Desde mi punto de vista, esta afirmación subraya la lucha interna entre la proyección futura y la experiencia presente, una batalla que define nuestra existencia.

Además, utiliza metáforas agrícolas para ilustrar cómo el pensamiento, al igual que las tierras fértiles, requiere dirección y contención para producir algo valioso y natural. Considero, esta comparación particularmente poderosa, ya que enfatiza la importancia de cultivar y enfocar nuestros pensamientos para evitar que se conviertan en un campo desordenado de imaginaciones salvajes e inútiles. Intuyo que esta analogía resalta la necesidad de disciplina mental y propósito en nuestras vidas para alcanzar resultados positivos y significativos.

Por otro lado, relata su propia experiencia al refugiarse en su casa, esperando encontrar paz y tranquilidad en la ociosidad. Sin embargo, descubre que el ocio, lejos de ser un refugio de serenidad, se convierte en una fuente de inquietud y desorden mental. A mi juicio, esta revelación es sumamente relevante, ya que muchos de nosotros buscamos en el ocio una forma de escape y descanso, solo para encontrarnos con que la mente desocupada puede generar más trabajo, enfermedad y confusión interna. La observación de Montaigne de que "el ocio siempre causa incertidumbre" refleja una verdad universal sobre la naturaleza humana y la mente: sin una ocupación clara y un propósito definido, nuestra mente puede desviarse y perderse en quimeras y fantasías desordenadas.

Finalmente, concluye que, para contemplar a gusto las inepcias y rarezas de su mente, ha comenzado a ordenarlas, con la esperanza de avergonzar su mente con el tiempo. En ese sentido, nos muestra que, aunque nuestra naturaleza nos empuja a anticipar el futuro y lamentar el pasado, hay un poder transformador en centrarse en el presente. Al ordenar nuestros pensamientos y cultivar una conciencia plena del momento actual, podemos encontrar una mayor paz y claridad.

Para concluir, considero que estos ensayos nos ofrecen una visión profunda de la condición humana. Nos invita a reconocer nuestras tendencias naturales y a trabajar conscientemente para estar presentes en el ahora. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestra calidad de vida, sino que también nos conectamos de manera más plena con la realidad y con nosotros mismos. En definitiva, la reflexión de Montaigne sobre la importancia de vivir en el presente es una lección valiosa que todos deberíamos considerar en nuestra búsqueda de una vida más equilibrada y significativa.



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