Los estudios de paz para la reconciliación

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Entender la paz va mucho más allá de la mera ausencia de conflicto. Es un proceso dinámico que implica una transición profunda desde la violencia hacia la coexistencia armoniosa, un desaprendizaje de la guerra y un re-aprendizaje de la convivencia. 

También es una transición que no sólo involucra desafíos intelectuales, políticos y teóricos, sino también éticos, estéticos, culturales, académicos y emocionales. Por eso, la construcción de paz requiere un compromiso multidimensional y profundo, que debe ser protegido de ser trivializado en discursos académicos o manipulado por intereses políticos. Desde la academia, estan llenos los repositorios y bibliotecas de las universidades de resultados de investigaciones de revisión bibliográfica sobre la paz como opción de grado y leídos o consultados por muy pocos. Y, desde lo político, demasiados gobiernos se embarcan en la búsqueda la paz, pero al primer viento fuerte lo dejan naufragar. 

No obstante, la ética de la paz es compleja, pero a la vez comprensiva; aboga por la empatía, el perdón y la inclusión. Por eso, promover una ética de cuidado en todas las esferas de la vida es esencial para sustentar cualquier esfuerzo de paz genuino. Se extiende más allá del perdón y abarca la solidaridad activa y el cuidado integral de la vida en todas sus formas. 

Ahora bien, los estudios de paz no son meramente académicos; son vitales y prácticos. Las diferentes sociedades han abordado la paz y la no violencia desde ellos procurando que entender las complejidades de la paz requiere un enfoque que es tanto retrospectivo como prospectivo, crítico y reflexivo para poder desafíar las estructuras de poder existentes y proponen alternativas constructivas a la hegemonía cultural y política. 

Adicionalmente, la comunicación para la paz es más que la transmisión de información; es un proceso de diálogo, entendimiento y transformación. La paz territorial y cotidiana, aunque inmersa en subjetividades individuales, es una construcción social que debe ser dialogada y negociada continuamente, teniendo en cuenta las perspectivas y experiencias de todos los involucrados.

Por lo anterior, el desafío pedagógico en la enseñanza de la paz es inmenso. Los modelos deben ir más allá de la teorización y equipar a los estudiantes con herramientas para actuar. Llevarlos a foros educativos con pedagogía de la paz y empoderarlas para que se conviertan en agentes de cambio. La implementación de programas educativos que integren la resolución de conflictos y la mediación es crucial en este sentido. Y, un giro en la investigación dónde se apueste por un enfoque transversal investigación-creación-aplicada. Debemos diferenciar que en esta investigación el proceso es el producto que luego se puede replicar, es la aplicabilidad de los aportes de la investigación. Salir de la biblioteca a investigar por la paz.

En el ámbito académico, la reflexión crítica y el desarrollo de metodologías innovadoras son esenciales para comprender y abordar eficazmente las dinámicas de la paz y la violencia. La introducción de las que combinan teoría y práctica, como los estudios de caso y simulaciones, pueden ofrecer a los estudiantes y profesionales una comprensión más profunda de cómo se pueden implementar estrategias de paz en diferentes contextos. 

Cómo debemos aprovechar la era digital, la tecnología, la inteligencia artificial y las redes sociales que también van a jugar un papel crucial en la construcción de paz que, aunque a menudo criticadas por facilitar la división, también pueden ser herramientas poderosas para el diálogo y la educación sobre la paz. Sin embargo, es crucial que estos avances tecnológicos se utilicen con ética y responsabilidad.

Finalmente, la paz tiene implicaciones tanto locales como globales. A nivel local, construir paz implica trabajar en las comunidades para resolver conflictos cotidianos y fomentar la reconciliación. A nivel global, implica la cooperación entre naciones y culturas para abordar y resolver conflictos internacionales y transnacionales. Por todo lo anterior, estoy convencido de que la paz es posible y necesaria, y que cada uno de nosotros tiene un papel fundamental exigente en su construcción.



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