La encrucijada de Maduro

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Hay caminos que una vez emprendidos se convierten en una sentencia, en un destino obligado del cual es casi imposible devolverse y por esto lo mejor es nunca emprenderlos.  Maduro en Venezuela es hoy víctima de la trampa de los dictadores, pero un contexto global donde en gran parte del mundo rechaza a los dictadores.

Cuando Chávez y sus cómplices, Maduro incluido, abandonaron el camino de la democracia para convertirse en dictadores, quizás no entendieron que una vez dictador, no queda más remedio que serlo hasta el final.

El dictador está por encima de la ley, y se caracteriza por la persecución y eliminación sistemática de la oposición y de la prensa libre, por el saqueo de las finanzas públicas y  por abusos de los derechos humanos en general.  El dictador corrompe a todos los que puedan garantizarle la supervivencia y pone a disposición de ellos las arcas de la nación.  Cualquier intento de protesta es sofocado brutalmente sin importar que se cometan delitos de lesa humanidad.  Cuando se quiere mantener la apariencia democrática, se tienen instituciones y elecciones fachadas.  En las dictaduras la única opción es votar con los pies, es decir, irse del país: más de siete millones de venezolanos han votado con los pies.

Las dictaduras acumulan tantos crímenes, que entienden que de llegar a ser remplazados por un gobierno demócrata con instituciones fuertes, su único destino es la cárcel y la confiscación de todos los bienes robados.  Un gobierno honesto les haría pagar por sus crímenes.  Por todo esto, Maduro no puede abandonar el poder, y no lo va a abandonar no importa qué.  Trata de ganar tiempo, y trata de aliarse con países parias para que le lancen salvavidas, y crear un mercado negro al margen del comercio legal mundial y del sistema bancario global.  Lava y mueve fortunas como cualquier curtido criminal. 

Maduro sabe que está en una sin salida.  No puede permitir que haya elecciones libres porque sabe que aun con trampa, la victoria de la oposición en cabeza de María Corina Machado sería tan aplastante que negar los resultados equivaldría a querer tapar el sol con un dedo.  Por esto le han cerrado los espacios a María Corina y han perseguido a su círculo de apoyo.

A Maduro solo le queda aceptar con resignación su calidad de paria, y aguantar tanto como pueda las sanciones económicas y financieras.  En su cobardía, a los dictadores como Maduro no les importa sembrar desolación y miseria; es un precio ajeno que pagan gustosamente con tal de preservar su vida.

Venezuela y Colombia son hermanos siameses, y lo que pasa allá se siente acá.  Maduro creyó encontrar un aliado en Petro, y en esto no se equivocó.  El problema es que todos los avances de Petro en las relaciones comerciales con Venezuela peligran por cuenta del restablecimiento de las sanciones de los Estados Unidos.  Maduro violó olímpicamente el Acuerdo de Barbados.  ¿Qué tan dispuesto está Petro, que de hecho ya está bastante vapuleado, a inmolarse por y con Maduro? De extenderse las sanciones a empresas colombianas, los efectos serian devastadores para la economía.

Aunque no creo que Petro se inmole con Maduro, tampoco lo veo condenándolo. Primero, porque entiende la inutilidad de hacerlo y entiende que Maduro no tiene alternativa.  Segundo, por solidaridad ideológica; los une el odio patológico a los Estados Unidos, y tercero, porque sabe que puede jugar el papel de vaso comunicante entre el Coloso del Norte y Maduro.  Alguna ventaja aspira a sacer de estos buenos servicios.

El restablecimiento de la democracia en Venezuela está aún lejos, y como suele suceder en estos casos, es dudoso que la transición sea pacífica.  La libertad siempre ha sido costosa.