La playa y el mar fueron los dos factores naturales que provocaron e inspiraron su vocación deportiva en la transición de su infancia a la adolescencia en la década del 40. La suavidad y limpieza de la arena la motivaba a correr y las cristalinas aguas de la bahía, la alentaban a nadar. Esta espontánea actividad muscular en la arena y el mar, la realizaba con mucha frecuencia hasta el punto, de convertirse en el epicentro de su diversión en la niñez. Este cotidiano juego más tarde, le permitió comprender sus potencialidades corporales para practicar un deporte.
Desde luego, que su vocación estaba entre el atletismo y la natación. Este dilema lo resuelve sin proponérselo la profesora de la Escuela Primera, quien acostumbraba a realizar la clase de educación física en la playa convirtiendo el mar y la playa en su amplio salón educativo. Rita, en la pista natural con muchos metros de recorrido a cuesta, le sacaba en cada prueba una ventaja considerable o dicho en términos hiperbólicos, inmensa como el horizonte marino a sus inmediatas seguidoras. Este notable desempeño en el deporte base, la motivó a elegir el atletismo, como su actividad muscular favorita.
Estos altísimos registros de la playa, no se los llevó la ola al mar a manera de consuelo tras perder una eficiente deportista acuática, frente a una eficaz atleta de la arena. Tampoco los vientos y las sirenas marinas pudieron desaparecer las marcas en la arena de esta sobresaliente deportistas, como lo hacían con los marineros que creían en sus cantos. Estas imborrables cifras, quedaron en alto relieve y en números dorados en la lista de la profesora de educación física.
La noticia se regó por la ciudad, como lo hace la brisa con la arena al fragor de los vientos alisios. En esta oportunidad, si se llevaron los buenos vientos los resultados de la sorprendente deportista a los entendidos en esta exigente disciplina. La nueva pista del estadio Eduardo Santos, escenario recientemente construido, fue testigo mudo de todo el protocolo de los entrenadores para darle la partida a la promisoria figura que más temprano que tarde se convertiría en la precursora del atletismo femenino samario, la inolvidable Rita Britto Illidge. Seleccionada por el Magdalena a competencias nacionales y después por la selección Colombia de Atletismo, que participó en los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe en Guatemala del 28 de febrero al 13 de marzo de 1950. Es justo y necesario mencionar a Lucila Montoya, samaria que también participó en este certamen internacional. Gracias a Nando Flórez Guerrero, por la histórica entrevista a la inmortal atleta. Rita 91 años de vida con grandes honores en el atletismo. Paz en la tumba de mi inolvidable amiga Rita y que brille para ella la luz perpetua. Dios la tenga en su santa Gloria. Fortaleza a su hermana Helena, a su hijo José María y demás familiares.
