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El problema de los estereotipos en la política

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Andrés Lafaurie Bornacelli

Andrés Lafaurie Bornacelli

Columna: Opinión

e-mail: andreslafaurieb@gmail.com


¿Cuántos nos hemos sentido discriminados cuando estado fuera del país lo primero con lo que nos relacionan es con Pablo Escobar? El problema de los estereotipos es enorme, es una generalización equivocada que, de una u otra forma, siempre hiere alguna susceptibilidad al receptor.


El estereotipo se basa en una percepción exagerada, limitando detalles, abultando los hechos y, muy seguido, resaltando defectos o apodos. Yo creería que para este preciso momento muchos de mis lectores saben muy bien de lo que hablo, más de uno será el amigo “costeño” de alguien que vive en Bogotá y al que todos le hablan de “compa’e” “nojoda”, entre otros. Personalmente no me molesta ese tipo de estereotipo, siempre y cuando no lleguen al punto de convertirse en una burla o en una situación de irrespeto, como cuando por ejemplo se dice que en la costa no nos bañamos. Déjenme decirles algo, aquí sí nos bañamos y tampoco somos flojos.

Los estereotipos son la herramienta primordial para un político poder tachar a X o Y de “paraco”, “guerrillo”, “mafioso”, etc, pues lo más fácil para ellos es identificarlo según su color, partido, apellido y clase social, escudriñar los más profundos secretos y defectos y, luego de todo este largo y tormentoso proceso, someterlos a la humillación pública.

Al separar a los candidatos en grupos políticos se crea un filtro inmenso, tenebroso y muy efectivo para aquellos que quieren perpetuarse en el poder. La misma clase política vende la idea que el de izquierda, vestido de rojo, es un comunista y por el otro lado, el de azul, es un retrógrada que ha venido a acabar con los derechos y libertades, mientras que los mismos de siempre se venden al de rojo a cambio de un capital político importante y al de azul por unos cuantos miles de millones.

Importante aclarar que la política no es así, por ello no se debe vender a un candidato vociferando que X está revolucionando la política, pues lo correcto sería afirmar que X hace verdadera política, si lo que se quiere dar a entender que están haciendo las cosas diferentes a los demás políticos, es decir, como deben ser.

La política debe ser en sí misma una bandera, blanca si desean, cuya misión sea trabajar por y para el pueblo y su visión sea la de proteger y mejorar la calidad de vida de los administrados a través de la correcta inversión de los recursos.

Pronto llegará el día en que todos nos levantaremos y cambiaremos democráticamente todas las autoridades incompetentes e ineficientes de nuestra región.

PD: Tenemos un senador en ejercicio desde el año 1976, ha estado ahí durante la administración de diez (10) presidentes y aun así muchos tienen la gallardía de preguntarse ¿qué hemos hecho mal?

¡Feliz Martes!